Los Angeles Negros

 Los Angeles Negros

Los Ángeles Negros fueron los creadores de uno de los pocos sonidos auténticamente originales que han surgido en Chile. La fórmula de la música romántica con instrumentos de rock constituye hoy día una ecuación universal del género, pero hasta 1968, cuando este grupo nació en san carlos en la provincia de ñuble al sur del país, el formato no existía. Los cantantes románticos tocaban acompañados de guitarras acústicas –al estilo de Los Panchos– o con orquestas –en la tradición inaugurada por Agustín Lara. Germaín De la Fuente y su conjunto –con alineación de guitarra, bajo, batería y teclado- inauguraron esa nueva fusión, que hasta hoy es el soporte más común de la música romántica de todo el continente.

En su momento fueron emulados por decenas de bandas: En Chile Los Galos, Los Golpes o Capablanca, en Perú, Los Pasteles Verdes, en Venezuela Los Terrícolas, y, avanzados los ’90, marcaron una fuerte influencia en grupos mexicanos como Los Bukis y en la llamada onda grupera surgida en la frontera con Estados Unidos.

Pero esa no fue la única revolución de la banda. Su segunda formación, la más célebre, se nutrió de músicos provenientes de Los Minimás, un conjunto de inspiración negra, y cuyo desarrollo del funky entregó el ingrediente final a Los Ángeles Negros. Eso fue lo que, también en los ’90, llevó a nombres de estatura internacional, como Los Beastie Boys, JayZ o Damian Marley, a utilizar sus canciones como samples para nuevas mezclas. Eso además de los tributos realizados en Chile por rockeros como Los Tres, Los Tetas, Los Bunkers o Sexual Democracia.

Compositores como Orlando Salinas, Osvaldo Geldres o Scottie Scott distinguieron la lírica del grupo, marcada por sentidos versos de amor, en lo que es probablemente su cara más visible. Su trascendencia, sin embargo, excede ese marco, y la enorme popularidad que tuvieron en su momento y que conservan hasta hoy, ratifican el imprescindible lugar que Los Ángeles Negros ocupan, por muchas razones, en la historia de la música popular latinoamericana.

Origen pueblerino
El grupo nació en 1968 en San Carlos, a unos 30 kilómetros al norte de Chillán. La Escuela Consolidada, hoy convertida en el único liceo de la ciudad, fue el seno de su primera formación. Dos alumnos, Cristián Blasser (guitarra) y Mario Gutiérrez (guitarra) , más un inspector del Liceo de la ciudad, Sergio Rojas (bajo), mantenían un conjunto instrumental, que decidió buscar un cantante para participar en un concurso de bandas convocado por la Radio La Discusión de Chillán. Para ello reclutaron a un cantante, el joven Germaín De la Fuente, quien era un nombre conocido en la localidad por sus privilegiadas capacidades vocales y su constante participación en grupos de la zona. Con él como tecladista, entonces, se completó el grupo que ya se llamaba Los Ángeles Negros, denominación acuñada por Rojas en referencia a Pat Henry y Los Diablos Azules.

La unión, eso sí, los obligó a modificar su concepción musical. El grupo tenía el rock y Los Beatles como principal inspiración, mientras que De la Fuente obedecía a un gusto diametralmente distinto: “A mí nunca me gustaron los Beatles, nunca me gustó la música en inglés, y lo que yo quería era ser un cantante bolerista”. Ante ello, el grupo se vio forzado a adaptar su fórmula dando con la original estructura del grupo: Una base de estructura rockera, un cantante solista y un repertorio de canciones románticas según el gusto de Germaín De la Fuente.

En junio de 1968, tras una reñida competencia con otra banda del pueblo, Los Cangrejos, Los Ángeles Negros ganaron el concurso y obtuvieron el premio: La grabación de un disco sencillo para la etiqueta Indy, que pertenecía al pianista de la emisora, Raúl Lara. El tema “Porque te quiero”, de Orlando Salinas (cuya primera grabación la había realizado el futuro Inti-Illimani, José Seves) fue la cara A de ese registro, que se editó en Santiago, y coronó la primera parte de la historia de la banda. El grupo regresó a San Carlos, desarrolló presentaciones en la zona como quinteto, tras la incorporación de Federico Blasser como baterista, y fue diluyendo su actividad.

Pero el arrastre de “Porque te quiero” torció el destino de la banda. La alta rotación radial del tema en las provincias y las capacidades vocales de De la Fuente llevaron al director del sello Odeón, Jorge Oñate, a reclutar el grupo para su catálogo y convocarlos a a Santiago, por segunda vez, para completar un LP. Al registro, sin embargo, sólo llegaron dos músicos: El cantante Germaín de la Fuente y el guitarrista Mario Gutiérrez.

Ante la urgencia por completar el disco, había varios pedidos internacionales, Oñate llamó a tres experimentados músicos profesionales: El bajista Nano Concha, el baterista Luis Ortiz y el tecladista Jorge González. Los tres venían llegando de una larga estancia en Canadá, donde trabajaron con Miguel Zabaleta conformando su banda Los Topsis. González, además, había sido parte de Los Dreamers, el grupo vocal de Jorge Cruz, mientras Concha y Ortiz estaban trabajando con Los Minimás, banda funky cuyo hit “Mi dulce lolita” contaba con una buena aceptación radial. “Nos llamaron para llenar la grabación. Tocamos temas de moda, y completamos el disco, pero sin mayor compromiso. Para nosotros eso un trabajo y lo que queríamos era pasar por caja e irnos”, recuerda hoy Nano Concha.

Poco después, De la Fuente y Gutiérrez cambiaron esa relación, al proponerle a los tres músicos que se hicieran parte definitiva del conjunto. Tras vacilaciones, se estableció el acuerdo y se inició la nueva etapa en Los Ángeles Negros, que arrancó enseguida con la grabación de un nuevo disco, Y volveré, la plataforma que terminó convertiéndolos en un fenómeno de envergadura continental.

El fenómeno
En octubre de 1969 el grupo terminó de registrar Y volveré, con temas como “Y volveré ” (un cover con letra de De la Fuente del tema del francés Alain Barriere “Emporte moi”), “El rey y yo”, “Como quisiera decirte” y “Murió la flor”, entre otros. La buena factura de la grabación, la original base funky de las canciones y las sentidas letras los convirtieron en un atractivo de escala internacional. Al poco tiempo emprendieron una gira por Ecuador, iniciando un periplo internacional que incluyó Argentina, Perú, Venezuela y países centroamericanos.

En todos esos lugares, el conjunto se convirtió en un suceso: Fanáticas esperando en los aeropuertos, regulares conciertos en estadios llenos y una inusual cobertura periodística, conformando un fenómeno que los llevó, entonces, a la frecuente comparación con el arrastre que los Beatles habían protagonizado en el mundo anglosajón. En 1971 el vendaval aterrizó en México, con 700 mil copias vendidas de Y volveré, abriendo un nuevo y determinante universo de acción para el futuro del conjunto, que en los tres años siguientes completó una discografía de seis títulos.

El quiebre
En Chile, en tanto, donde se mantenía su base de operaciones, la popularidad de Los Ángeles Negros tuvo menos fuerza. La prolífica escena musical de esos años, sumado a la polarizada situación política que se vivía, desplazó la importancia de la banda, que muchas veces fue catalogada despectivamente como “cebollera”. Esa distancia con el país de origen, sumado al deterioro de las relaciones internas, precipitaron el final de la etapa más exitosa del conjunto de San Carlos.

Así, Luis Ortiz, el baterista, fue el primero en dejar el grupo. A comienzos de 1973 se enfrentó físicamente con Germaín de la Fuente, en un incidente que determinó su salida y reveló el origen de las crisis. El cantante, cuya dotada voz era el sello del grupo, fue tomando distancia de sus compañeros, y en marzo de 1974 oficializó su renuncia. Entonces, el camino de Los Ángeles Negros tomó dos rumbos: Por un lado el cantante, que formó un grupo llamado Germaín y Sus Ángeles Negros (con la evidente molestia de sus ex compañeros) y por otro, el resto de los músicos, que bajo la dirección de Nano Concha, y con la incorporación de Luis Astudillo en la batería, reclutaron un nuevo cantante, el mexicano Ismael Montes y, con el disco Mi vida como un carrusel, comenzaron a escribir nuevamente su historia.

Ambas agrupaciones, eso sí, compartieron el punto de partida. De la Fuente se instaló en Ciudad de México, mientras que el grupo se quedó en Chile, pero también estableció al país azteca como eje de sus actividades. Allí grabaron nuevos discos, consiguiendo una aceptable popularidad, con temas como “Despacito” de José Alfredo Jiménez, y una rotativa de vocalistas, que incluyeron a los mexicanos Oscar Seín y Enrique Castillo, y los chilenos Micky Alarcón y Guillermo Lynch, entre otros.

En 1981, Luis Ortiz volvió al conjunto, en medio de un período de intensa actividad de la banda. La gran cantidad de fiestas populares que se desarrollan en el extenso territorio mexicano, le aseguró a la banda una agenda de casi 150 presentaciones al año, por lo que en 1983 los músicos trasladaron su residencia a México. Para entonces, ya habían completado una decena de grabaciones, con acercamiento a nuevos repertorios, como el bolero, y con esporadicos hits masivos, como “Volverás”, “El enviado del amor”, “Pasión y vida” o “Al pasar esa edad”, perteneciente originalmente a Los Red Juniors.

En 1982, sin embargo, la banda tuvo una nueva crisis, con la salida del tecladista Jorge González, quien se fue a trabajar con Germaín De la Fuente. Tres años después, con un disco mediante y ante el descenso de la actividad, Luis Ortiz emigró a Canadá, consolidándose la dupla Gutiérrez – Concha como el eje del grupo. El regreso de Luis Astudillo y la incorporación del cantante mexicano Eddie Martínez (quienes permanecen hasta hoy) le dieron una estabilidad a la banda, que se regularizó a fines de los 80, con el regreso de González en calidad de músico contratado.

Un disco de inspiración tropical, De aquí en adelante (1991) , mostró las dificultades de la banda para encontrar un nuevo rumbo musical, según los propios músicos reconocen hoy día. Un años después Nano Concha, el director del grupo y gestor de de gran parte de su identidad musical, abandonó sus filas para instalarse en Santiago donde hoy mantiene una disquería de música del recuerdo. Lo siguió Jorge González un año después, en un camino que, curiosamente, coincidió con la misma decisión de Germaín de la Fuente que, por su parte, había resuelto trasladarse a Chile también en 1993.

Angeles hoy día
Fue la perseverancia de Mario Gutiérrez la que ha mantenido vivo al grupo desde entonces. El guitarrista, que se reconoce a sí mismo como “el menos músico de todos”, rearticuló al grupo, y actualmente cumple al menos 50 presentaciones al año. Con un bus de su propiedad, recorre el territorio mexicano, recreando fundamentalmente el viejo repertorio de la agrupación, el mismo que los hizo populares a comienzos de los ’70.

Eso mismo tiene al guitarrista en una constante lucha judicial por conservar la exclusividad del nombre. Porque desde la creación de Germaín y Sus Ángeles Negros en 1974, fueron decenas las bandas que han reproducido el nombre para presentarse en distintas partes del continente. Ex cantantes como Enrique Castillo, Gastón Galdames o Guillermo Lynch, ex managers y músicos independientes han creado bandas que se presentan con el nombre de Los Ángeles Negros, restringiendo las posibilidades laborales de la banda original.

A ellos se suman las agrupaciones creadas por los propios ex integrantes. De la Fuente se presenta como Ángeles Negros en distintas partes del continente hasta hoy. Jorge González creó a fines de los ’90 El Sonido de los Angeles, con el cantante Micky Alarcón, con quienes también recreó el repertorio de la banda durante más de cinco años. El baterista Luis Ortiz ha creado dos veces bandas denominadas Los Angeles de Chile, con quienes se presenta en territorio norteamericano, y que en la actualidad tiene como cantante a Guillermo Lynch.

Gutiérrez tiene varios procesos judiciales en camino contra lo que llama músicos “piratas”, donde incluye a sus ex compañeros, en una afirmación que descarta cualquier posibilidad de reunión de la banda original. Su actual elenco, que hoy cuenta, además de Eddie Martínez, con el chileno Antonio Saavedra como vocalista., ha editado dos discos en una década y su agenda laboral no parece vislumbrar un final de la historia. Su actividad se corresponde con la que mantienen Ortiz en Estados Unidos y De la Fuente en Santiago, que desde 2004 trabaja con González, dibujando la singular situación de que, a casi 40 años de la formación de la banda, cuatro de sus cinco músicos se mantienen sobre los escenarios.

La vigencia de la banda, sin embargo, no tiene que ver solamente con lo que han hecho ellos. El tema “Y volveré” por ejemplo, cuenta con versiones de Vicky Carr, Raphael, Celia Cruz, José Luis Rodríguez y el brasileño Altemar Dutra, además de grabaciones en Chile por parte de Douglas, Los Bunkers, Sexual Democracia y recientemente María José Quintanilla. “Mi niña” ha sido cantada por José José. Olga Guillot regrabó “Esta noche la paso contigo”. Los raperos de Monterrey El Gran Silencio registraron una atrevida versión de “Déjenme si estoy llorando” para la película Piedras verdes. “El Rey y yo” cuenta con una remezcla en el disco de Los Beastie Boys Hello nasty, de 1998, además de una versión de Los Tres. El hijo de Bob Marley, Damian, sampleó el tema “No morirá jamás”, del mismo modo que el rapero Jay Z lo hizo con “Tu y tu mirar… yo y mi canción”, en el disco The black album, que en 2003 vendió nada menos que un millón de copias en todo el mundo.

La fórmula de música electrónica con un extraordinario solista romántico, la base negra de sus canciones y el popular repertorio que repartieron por el continente colocan a Los Ángeles Negros como una de las bandas más internacionales que han salido de Chile. Si bien su gran trascendencia musical reside en sus primeros años, y su historia hoy presenta menos relevancia, la originalidad de su sonido y la inmortalidad de las canciones aseguran su nombre entre los grandes de la música popular latinoamericana. Pocos en Chile pueden decir eso.

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